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Treslibélulas

sábado, marzo 05, 2005

Mi pequeña María...

Hoy he llevado al cole a mi sobrina. Y no he podido evitar sentir un poquillo de envidia... tiempos aquellos... 1984. Convencida de que los arco iris los pintaba un niño con 7 ceras Dacks a la vez, y no un físico con ganas de fastidiar, de que el añil era un color y no un invento del cristianismo para que salieran las cuentas, no nos fuera a salir una satánica raya de menos... Anonadada con que el vecino hiciese desaparecer mi naricita entre sus dedos gordo e índice, entusiasmada con las matrioshkas que la "seño" nos había traído de un lejano y misterioso lugar, desconociendo que las que se quedaban en su pueblo se morían de hambre y frío... , ilusionada como nadie ante la obra de Saint-Exupéry, ¡pequeñita ...pero tan grande aprendiendo a darse ímpetu en los columpios!, agradecida a esa especie en extinción: los amigos, por compartir las migas de mi "mi merienda", témperas en los mofletes y mariposas mayores en frascos de mermelada... Ohh... quién trajera de vuelta ese olor a colonia joven, esas primeras aprendices letras en cuadernos de Rubio, ignorantes del alto valor que le adjudican los "grandes", Ese Espinete y Don Pimpón desnudos de ridículos...
Pero de todo eso sólo queda una maraña enredada en ese maldito órgano al que los mayores damos tanta importancia. Y un otro trocito impoluto impreso en lo q hasta ellos, esos chiquitos, reconocen como alma. Todavía habrá quien la niegue...¡maldito sea el oficio de crecer! Yo puedo verla a mi alrededor en esta única fotografía que guardo...para no olvidarme a mí misma .