Ya no huelen a café las mañanas de los martes...
Ton, ton...
Las doce son. (P.M.)
Cenicienta deja de ser Alguien a los ojos de los camareros. Y se olvida un beso en la taza de su cortado. El príncipe la mira. Por ella daría hasta el cielo (la calma voló como aquel febrero). De su úlcera brotaba sangre y pensó: -¿será Cupido...?
-Gracias por el recreo.- Mi boca un gajo de mandarina. Mis manos un terremoto. Mi cintura casi se caía queriendo ser nido de cuco. Tus manos, que son de otra, decían: -¡aun no tocó la campana!-
En tus ojos, tras cortinas de realismo ...se reflejaba María.
Murmuraste:-Otro sin azúcar y un cigarro, por favor, que no sea tan lenta esta muerte...
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