.comment-link {margin-left:.6em;}

Treslibélulas

martes, septiembre 27, 2005

Ya no quedan horas.

"Para ver que todo se ha ido
dame tu mudo hueco, ¡amor mío! ...
¡Para ver que todo se ha ido!"

Quién sabe que maldita fuerza nos mueve los hilos, pequeños mediocres muñecos de mal trapo...

No sé que me empujó a besarle en la comisura derecha de la boca aquel 17 de marzo. Capítulo I Y 1º. La verdad es que tampoco entendí todavía el verdadero motivo de su (sin saberlo ambos)último abrazo. Nos despedíamos..., yo escupía un viejo lamento entre sollozos y algo o alguien plantaba semillas de agua en mis dos charquitos mojados, que lo miraban agotados.Me apretó fuertemente contra él, ...como si quisiera ser yo y tragarse mi pena, por ahorrarme un par de lluvias .Murmuró convencido y emocionado:-perdóname...-. Y así fue como me libré de todas las culpas que me tocaban en esta historia.Capítulo II y último.
Lo demás vino solo... (entiéndase que cada marioneta se marchó a su respectivo cajón
de-sastre por los siglos de los siglos...) ¿Amén?

Ya no quedan horas...
Sólo las cuatro palabras forzadas que se le dan a un desconocido.
Más arco... ¡No aceleres!...no es staccato, es martelé, María..., esto todo en cuarta posición..., hasta el martes,... adiós.
¿eso eres? ¿eso me eres? Me molesta que lleves mi compás con tus zapatos. Y no soporto que lo hagas con el alma... Escucha: yo me arranco las cuerdas, así no puedo...
Mis caderas se han quedado dos agujeros negros, ahora; dos vacíos, no son nada (¡Desde que me faltan tus dedos!)... y tus mentiras en violeta ¿adonde fueron?. Espero que a adornar el pelo de otra niña maría con los ojos de estrena (te busqué tanto tiempo...)
¿Eran cien horas, vida mía, las que contaba Tushnova, de Felicidad con mayúsculas? No puedes decir que no he cumplido... Esas cien fueron tuyas (mías). Claro que yo nunca prometo nada, aunque sea lo mejor en que se pueda desperdiciar la vida...
Ya no quedan grandes descubrimientos en los portales. Ni barquitos de papel de azucarillo naufragando en el fondo de un pocillo. No quedan "pájaros de verdad", cariño, que maldigan a Vicente Aleixandre... , ni relojes parados en la una de la noche. Ni maletas, ni tornillos que nos hagan discutir. No hay dolores de estómago que acariciar, ni me quedan flores que darte a deshojar.
Pasó el verano: vera-no.
Y me di de bruces con mi estación favorita. Volví a ser la niña que llovía penas.
Pero no..., no asimilo...
No quedan lápices que re-escriban en las líneas de mis manos una mejor suerte. Ni vuelta atrás que borre las de mis párpados . Se acabaron los esquizofrénicos dignos de ser genios a lo Johann Sebastian, y las quinielas con cruces adecuadas gracias a que el siete sea verde para esta sinestésica rota. ¡No quedan! Partituras en clave de YO dirigidas por tus manos, Maestro..., ni sábanas de 135 donde quepan mi ternura y tus ganas. No hay trenes que suenen ahogando las (cinco) letras de tu nombre mientras me llenas. Ni curva de mi espalda en que pierdas el Este. Ni escaleras descendentes que me eleven toda. Ni poemas en cirílico, ni abeduliñas, ni perla, ni 6 de agosto...¡ni "mariposa ahogada en el tintero"!...
Sólo dos agujeros...
Y un desgastado semi-nuevo TEQUIERO.

(todavía)